EL MANETO, COMO PODENCO DE MEDIO RASTRO.
Dentro de los estilos de caza del podenco andaluz, tenemos muy bien marcadas 3 diferentes clases de podencos: El podenco de castigo, el de medio rastro y el levantador.
Con los manetos, me atrevería a decir sin temor a equivocarme, que sólo hay un estilo de caza que lo caracteriza: El de medio rastro.
Al igual que sus parientes, los podencos de tallas mediana o chica, el maneto desarrolla su potencial, cazando como podenco de medio rastro.
Quizás debamos destacar en el maneto un estilo propio en la caza, motivada posiblemente por tener una morfología muy diferente a otros podencos. Esto que podría parecer un hándicap, más bien le confiere un potencial añadido que no poseen otros podencos: habilidad y agilidad en situaciones extremas de monte espeso, cañizos o zarzas.
Pero centrándonos en su estilo de caza, tenemos que saber que estamos ante un podenco que adelanta sus pasos al rastro del conejo con viveza y garantías, pues su fino olfato le lleva sin cesar por los vericuetos que dentro de un zarzal de grandes dimensiones puede haber dejado los apasionantes efluvios de sus piezas favoritas: El conejo
El maneto no suele cantar rastro frio, caza sin cesar los rastros viejos, pero solo cuando tiene un rastro caliente lo golpea con seguridad y presteza, llegado al levante de la pieza con seguridad y avisando con su latido intermitente al cazador, para que este presto al taponazo del conejo.
Los manetos en recova, cazan muy conjuntados, van abriendo frentes allá por donde el conejo cree estar seguro, y cuando un latido avisa del rastro, una explosión de carreras y latidos agonizantes, cortan por segundos, la paz y el sosiego que acompaña su caza mientras rastrean los rastros. El maneto, como todo podenco de medio rastro, no castiga constantemente con su latido. Busca sin descanso, escudriña todo recoveco, pero mira constantemente su posición con su dueño, no lo pierde de vista. Sólo cuando el conejo se ha levantado de su encame, el maneto arrecia en su trasteo y comienza su intermitente latido hasta hacer que el conejo salga al limpio o se deje coger a diente dentro de equivocado refugio.
Si veis cazar al podenco maneto, observareis que su caminar no es al trote, sino mas bien a paso ligero, con el hocico pegado al suelo, volviendo una y otra vez a los rastros y haciendo pequeñas paradas al oído de posibles escapes dentro de la maleza. No descansa en su búsqueda y para este podenco, toda una mañana trasteando monte, zarzas, cañizos o arroyos sucios es el fin que persigue y dar con el conejo, la culminación de su tarea.
No se alejara demasiado de la escopeta, no dejara rastros por descubrir y su latido a veces pausado a veces nervioso, es la identidad de un buen maneto.
Definitivamente, el podenco maneto es un trabajador nato del medio rastro
Manuel Temblador Merino